Juegos sin fin… Algarabía momentánea de irrealizables acciones, sorprendente roce de miradas efímeras, plagadas de picazón; ardor momentáneo de un duradero amor en el cosmos.
Solitario al otro lado de la calle, admirando poses reveladoras de tu belleza eterna, divagando, buscando razones, motivos, argumentos, para comprender el porqué de esa distancia. Distancia que por momentos se hace infinita; en cambio en otros se torna ínfima.
Andas de aquí para allá, mostrando tu figura, fruto del implacable paso de los jóvenes años, que te someten a la inexperiencia propia de del común denominador de la pre-adolescencia; plagada de inseguridad y amores de verano.
Quizás fui el resultado de uno de ellos, quizás no. Tal vez las “causalidades” de la vida nos plantearon eso que nosotros dimos por llamar amor.
Un tiempo después, uno descubre que acaso nuestros caminos se cruzaron demasiado pronto… Éramos solo unos jóvenes anhelando pertenecernos uno al otro; lo seguimos siendo; pero con sentimientos, al menos por tu parte, tergiversados…
Sólo resta construir ese puente en el cual, mis sueños se unan con los tuyos, mis esperanzas lleguen a la ruta de tu alma, y así estacionar a la orilla de este camino, atestado de baches y manchas que dificultarán nuestro transitar. Mirar el ocaso dejarnos llevar…
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